martes, 28 de febrero de 2012

Quemar las naves


A la orilla del precipicio, en medio de la cuerda floja, la espada de Damocles oscilando sobre la cabeza, frente al espejo de la incertidumbre. Ser o no ser, he ahí el dilema. Ser el que se quiere ser o ser otro, el de todos. Mirar el tic-tac avanzar una y otra vez, sin detenerse. Esperar que los problemas se resuelvan con el tiempo, por si solos. Despertar, de pronto, y enterarse que era una pesadilla, que fue un simple error y tiene solución. Pensar y repensar el paso a dar. Darlo o no darlo, he ahí la cuestión. Atreverse o no. Decidirse o retraerse. Ratificar o rectificar. Levantar la mano o callar para siempre.
Quemar las naves, morir en el intento, arriesgarlo todo. Vivir la experiencia. Quemarse en la hoguera, convencido que la Tierra sí se mueve. Beber la cicuta y matar la duda. Salir de la oscuridad, enfrentando la luz. Sacar la espada y enfrentar al dragón. Salvar a la doncella y salvarse uno mismo.
El todo o la nada.



domingo, 12 de febrero de 2012

Pan y vino


El cáliz está servido, la bebida sagrada rebasando, tomarlo por los lados y acercarlo a la boca para saborear el dulce néctar ahí guarecido. Beberlo sin pausas, sin prisas, la savia de la vida eterna bajando en cálido torrente, avivando todo a su paso. Paladear en cada gota, el brote escondido en enmarañado viñedo, tomar entre los dientes la uva madura y hacer explosión de jugo y sabor. Adentrarse en las profundas entrañas de la tierra y degustar el sabor vivo de lo natural. Ser el néctar probado un volcán estremeciéndose en cada poro de la piel.
Tomar el pan, haciendo crujir su fragilidad, separar las mitades, extendiéndolas a diestra y siniestra. Posar los labios en su textura, sentir el calor del horno que lo forjó, percibir el aroma, su esencia, caminar las laderas donde el trigo brotó, rozar las manos por las espigas maduras, enredar los dedos en los granos, tomarlos, estrujarlos, llevarlos a la boca y morder un pan sin nacer. Quedarse las manos llenas del aroma a campo maduro, de naturaleza viva, de sol naciente. Probar la sal de las gotas de sudor que arrancarán con hercúlea fuerza las mieses de los tallos. Es el maná que da vida, que hace retornar a la tierra recién sembrada, la lluvia recién caída.
Es la cena perfecta, pan y vino, manjar de dioses. Elixir y alimento que en mesa cualquiera satisfacen toda hambre humana y divina.


sábado, 11 de febrero de 2012

Mirada de mujer (o de Medusa que en este caso es lo mismo)


No fueron cupidas flechas sino una tierna mirada de Medusa que petrificó la existencia entera en el justo momento que, en acaramelada voz, un nombre se hizo hombre. Quedarse inerte, por siempre y para siempre, en aquel segundo sublime y eterno. No querer ni dejar liberarse del perpetuo encierro. No habiendo hechizo contrario tan poderoso. Nunca escuchar las palabras libertadoras del sí, acepto. Ser, apenas, un triste monumento al no correspondido amor. Un monolito, un monigote.
Pasar, literalmente, mitad de vida, sembrado en campo infértil de afectos. Tejiendo y destejiendo desdichas. Solo verla aparecer, sonreír apenas, para volver a irse sin poder ni saber retenerla. Otear en amplio horizonte el venir y partir de sus pasos, suspirarla en largas ausencias. Querer decir adiós y no tener labios; querer partir y los pies fundidos a enraizados recuerdos. El nunca irse.
El tiempo, el sol, la lluvia y el viento volvieron un cuerpo en un montículo de piedras para, luego terminarlo por pulverizar, junto a toda esperanza absurda y arrojar los restos a la nada. En medio de ella, cada partícula, va susurrando y llorando quedito quedito el nombre de la siempre ausente.


jueves, 9 de febrero de 2012

Lluvia de verano


Noche tras noche el mismo ritual. Recorre, a prisa, un viento premonitorio. Luego, envueltas en la oscuridad, las nubes se agolpan y tropiezan entre sí. Se mezclan, se envuelven una con otra, pierden sus límites, se electrizan. Las partículas de agua, se despiertan con el encuentro y unas a otras, se abrazan en caída libre. Una, muchas, todas ellas anunciando, en gran rumor, su nacimiento y partida. Cae la primera y despierta, de pronto, al polvo dormido en el suelo. Se levanta una polvareda protestando por el sueño trunco. Millones de gotas venidas del cielo acallan cualquier motín asentando su poder y presencia.
Las nubes se desangran sin remedio, viendo yacer su destino en charcos inertes. Toda la noche, ahogan su dolor en profusas lágrimas y hondos suspiros. Hace unos segundos, reinas en las alturas, ahora reptando por sucias calles.
Al amanecer, el sol, con sus rayos y soberano poder, las devolverá al cielo. Para por las noches volver a caer. El ciclo de nacer, morir y renacer para volver a morir se repite sin cesar. Continuo, sin prisas.
Mientras el verano sea verano. 


miércoles, 8 de febrero de 2012

El (sin) sabor del adiós


Basta una palabra, el mínimo o ninguna de ellas para quedar fuera de la fiesta. Ver y escuchar el portazo en las narices y quedar out. Detrás de la línea, fuera del alcance, mirar las uvas y no poder ni alcanzarlas ni probarlas. Ser echado a la fría calle, hablar con la mano muda de la despedida. Ninguna palabra dicha, ningún abrazo de buena suerte, mucho menos un beso en la mejilla de grato calor y recuerdo. La nada absoluta, la boca cerrada, el entrecejo marcado, la sonrisa muerta. El silencio opresor y aplastante.
Mirar una espalda alejándose, leer una escueta nota en un ordenador, líneas en una carta, trazos en un papel; oír una llamada informativa, telegráfica. O simplemente perpetua ausencia sin rastro alguno. Sin pistas ni evidencias.
Es el adiós que es decir olvido.


martes, 7 de febrero de 2012

Despertóse el hombre, de pronto


Y el hombre, se irguió, se posó sobre sus patas traseras y dudando de lo que iba a suceder y hacer, estiró y posó su pie sobre la tierra aún naciente. Dudando, dudando poso su otro pie más adelante del otro. El primer paso había ocurrido. Se detuvo, vio sus pies detenidos en un paso eterno. Respiró hondo y repitió el proceso. Pie adelante, pie detrás. Pie delante, pie detrás. Las primeras pisadas humanas se marcaron en la arena. El hombre vio que era bueno lo que hacía y siguió haciéndolo sin cesar.
El horizonte, amplio, inabarcable lo esperaba. Miles de caminos por recorrer, millones de pasos por dar. Para llegar a todas partes y a ninguna a la vez.

Al principio, existía la nada


Me ha dado por escribir un blog. Vivir la experiencia y vivir para contarla. No tengo, aún, claro sobre que escribiré. Se hace camino al andar. Será mi vida escrita, una vida hecha de retazos de otras tantas. No sé cuando comienza la mía y si es, esta vida que vivo, algo que me pertenezca. Soy la suma y resta de otras. Nada me pertenece. Esta es mi huella en la Luna. Una entre millones de ellas. Solo una más.
(Este fue el primer puntillazo que por inexperiencia borré. Esta segunda versión es un tanto distinta a la primera, pues no hubo archivo que la conservara). 

lunes, 6 de febrero de 2012

La razón de las cosas


El Último de la Fila (1984-1998), grupo musical de pop rock español formado por Manolo García (vocalista) y Quimi Portet (guitarrista), en Astronomía razonable, su sexto álbum (1993) incluyeron: “Como un burro amarrado en la puerta del baile”.
En la letra de esta canción, con título singular, se deja oir el dicho: “a galeras, a remar”. 
Como expresión de lo inevitable del camino a tomar cuando el inicial no es posible. Cuando no hay nada que perder porque todo se ha perdido. El camino al cadalso con todas las culpas y ninguna de ellas. Arrojarse al abismo sin más convicción que la muerte salvadora y el miedo al infierno quemando en la piel. El no hay más, el eso es todo, la puerta del baile cerrada.
El último de la fila que nada depara pero igual se forma. La pesada y asfixiante cruz que se carga con total y resuelta resignación. 
El real y cruel destino.


domingo, 5 de febrero de 2012

Soy hechura de mi madrastra

La frase pertenece a  José María Arguedas Altamirano (n. AndahuaylasPerú18 de enero de 1911 - m. Lima2 de diciembre de 1969) quien hacía alusión a la influencia de su madrastra en su vida que lo llevó a desarrollar la personalidad creativa y conflictiva que lo llevó a impulsar un nuevo estilo literario, el indigenismo y también a culminar exitosamente su suicidio, después de algunos intentos fallidos.
Tenemos el nombre que nuestros padres nos eligieron. Somos hijos, hermanos, primos, tíos, sobrinos o familiar de alguien. Tenemos las facciones de papá, de mamá, de ambos o de los abuelos. Hablamos un idioma que se nos enseñó. Se nos dieron también una educación, una cultura, creencias, temores, deseos, anhelos, en fin todo lo que nos mueve y conmueve. Poseemos las fortalezas y debilidades de nuestra generación. Cada palabra dicha, callada o pensada es la de algún pariente, un amigo, de algún libro, de alguna película, de algún lado salió y se cobijó en nuestro recuerdo.
Somos hechura de tantas personas y tantas cosas. Somos la compilación de tantas vida. Nada nos pertenece, nada es propio ni la vida que tenemos porque no la escogimos.
Caminamos sobre huellas dejadas por generaciones que llegan hasta el primer hombre. Somos el llover sobre mojado. 
Y así como somos hechura de todos nos convertimos en hacedores de los hijos.
El ciclo continúa sin fin, inexorable.