A la orilla del precipicio, en
medio de la cuerda floja, la espada de Damocles oscilando sobre la cabeza,
frente al espejo de la incertidumbre. Ser o no ser, he ahí el dilema. Ser el
que se quiere ser o ser otro, el de todos. Mirar el tic-tac avanzar una y otra
vez, sin detenerse. Esperar que los problemas se resuelvan con el tiempo, por
si solos. Despertar, de pronto, y enterarse que era una pesadilla, que fue un
simple error y tiene solución. Pensar y repensar el paso a dar. Darlo o no
darlo, he ahí la cuestión. Atreverse o no. Decidirse o retraerse. Ratificar o
rectificar. Levantar la mano o callar para siempre.
Quemar las naves, morir en el
intento, arriesgarlo todo. Vivir la experiencia. Quemarse en la hoguera,
convencido que la Tierra sí se mueve. Beber la cicuta y matar la duda. Salir de
la oscuridad, enfrentando la luz. Sacar la espada y enfrentar al dragón. Salvar
a la doncella y salvarse uno mismo.
El todo o la nada.
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